Logro mantenerme despierto para no perder el avión. Una vez en mi asiento, intento ahora no provocarme un esguince de cervicales por los cabezazos que voy dando. Aterrizamos en Gran Canaria. Allí me espera el relevo de ángel guardián (Sergio y Yohana me asisten). Charla, cena y al fin un sueño reparador. Logro dormir unas seis horas, las suficientes como para que mis sensaciones al levantarme sean mucho mejores que aquellas con las que me acosté.
Animados, desayunamos y salimos rumbo a san Felipe, para comenzar a atravesar la isla desde la desembocadura del barranco de Azuaje. Sergio me acompañará en algunos tramos.
Sergio aparcando la furgo con las indicaciones de Yohana |
La subida hasta los Llanos de la Pez fue cómoda, más de lo pensado, logrando correr en casi todos los tramos. El simple hecho de haber empezado, sin tener que sobrellevar otra noche más de carrera era motivo extra de empuje.
La carrera se alternaba con los gritos de ánimo de Sergio y Yohana, con los bocadillos de lomo, los dátiles, el chocolate y otros mecanismos del estilo para mantenerme en movimiento. A partir de ahí, tocaba hacer de tripas corazón y concentrarse en no permanecer mucho tiempo sentado en la silla que me esperaba en cada parada.
A partir de Pargana comenzaba la concentración. Cómo un sendero tan bonito como el de La Plata puede provocar tanto malestar (solo físico, las vistas y la zona sigue siendo espectacular para los demás sentidos). Mis tendones parecen haber perdido toda su elasticidad y siento que tengo los músculos atados con verguilla a sus inserciones. Es momento de cambio a las maximalistas, ya mi poder amortiguador ha desaparecido.
Caigo en un bache de sueño, y cansancio que acentúa mi percepción de dolor. Tranquilo por saberlo parte del juego del correr en largo. Mi gemelo empieza a dar un poco más de lata, siento un picor pero no le doy mayor importancia y desaparece al poco. Sergio se une desde Tunte hasta Fataga corriendo y después en bici hasta Maspalomas. Entre charlas, y sonidos varios llegamos a la machacadora del barranco de los Vicentes. Noto el picor nuevamente y consulto con Yohana. Decidimos que es conveneinte quitarme la media compresiva que llevo desde hace horas. La piel tiene mal aspecto y a ambos nos recuerda a los síntomas de una erisipela (infección). Limpiamos la piel y la untamos con vaselina para intentar formar una barrera física que proteja la piel de más suciedad y polvo.
El faro de Maspalomas estaba a unos cinco o seis kilómetros, pero yo hacía rato que había llegado (estaba tranquilo, y mis expectativas cumplidas). Aun así, y cayendo ya la noche, cargo el frontal, y doy el último aliento. Sergio me indica, pues no me manejo por la zona. Localizamos un carril bici que nos conduce directo al faro.
Sur.
1 comentario:
¿Consiguuió Sergio aparcar la furgo?
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