sábado, 3 de diciembre de 2011

Estamos ya en Playa Blanca, habiendo sufrido ya los primeros problemas, una vez que sabemos que el carro va aguantando y nosotros también, la atención nos hace fijarnos bien en las consecuencias del tránsito por las pistas abrasivas de Lanzarote, por un lado los baches han hecho temblar la carga de tal manera que nos han reventado dos garrafas de agua, además alguna piedra nos ha rasgado una de las cubiertas, por lo que la situación es delicada, pero no preocupante ya que a grandes males grandes remedios, y el problema no es el problema en sí mismo, sino ser incapaz de resolverlo....hemos tenido que acercarnos a una tienda de bicis cerca del puerto y hemos podido conseguir repuesto, y con el agua la cosa está clara, o llueve tanto que con abrir la boca y mirar hacia arriba se nos llena o vamos tener que olvidar la autosuficiencia y comprar agua en garrafas más resistentes.....bien mirado, lo de la autosuficiencia no podría ser llevar un auto (el carro) con un rendimiento suficiente?.......no verdad?. Hala, que estamos disfrutando de lo lindo haciendo lo que nos gusta, ahora vamos en el barco camino de Fuerteventura, una vez allí toca alejarse de Corralejo y buscar echadero.....Buenas noches a todos.

4 comentarios:

LAURA GONZÁLEZ dijo...

Animooooo

Tere dijo...

Animo campeones!!!
Ya estan en tierras Majoreras.
Cuando llegen a Jandia traeran hambre canina.Avisen si quieren un buen plato de carne de cabra en salsa y un trozo de queque casero.Que tengan una buena y bonita .A DISFRUTARLA!!!.Parecen dos burros de carga tirando del carro.
SUERTE!!!
AAAAhhh abrigarse que hace frio!!!.

Estre dijo...

Ánimo chiquillos! les seguimos desde Guanarteme!!!!Muchos besos a los dos!
Estre

Anónimo dijo...

Si hubiese sido yo el que se encuentra en la tesitura del problema del agua...hubiera aprovechado para avituallarme con vinito de La Geria jeje. En Fuerte seguro que encuentran lechita de cabra por esos andurriales.
Ánimo y suerte que son ejemplo a seguir. Por aquí esperamos nuevas noticias.
Un abrazo, Sergio Hernández