Si nos dedicamos a las cuestiones técnicas podríamos decir que este último sueño, hecho realidad, ha consistido en atravesar corriendo las tres islas principales de la provincia de Las Palmas: Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria. Y empleando para ello tres jornadas.
Para hacer esto posible, se trazaron los recorridos que combinaran la seguridad con el trazado más corto, evitando en lo posible tramos de carreteras principales o muy transitadas. Además se trataba de correr cómodo y ligero, cargando solo lo justo (riñonera con dos bidones de tres cuartos, geles, y otro material como gorra, gafas, frontal, GPS, manguitos, teléfono móvil, etc.), planteamiento que fue posible llevar a cabo gracias a la asistencia en carrera de un vehículo con material de avituallamiento y el resto de material necesario (botiquín, ropa de cambio, útiles de aseo, comida y bebida, hielo, complementación de la alimentación, saco de dormir, zapatillas deportivas para los cambios, etc.).
Como anécdota y capricho personal, usaría zapatillas maximalistas y minimalistas (0-drop en este caso) al antojo de cada tramo.
En las asistencias tuve el placer y el privilegio de contar con Natalia, Susana, Sergio y Yohana, además de la compañía de José, Tere y Marisa (que de una u otra manera aportaron más de lo que se imaginan).
De esta manera, y a lo largo de los tres días que duró tan bonita experiencia (salimos desde Órzola, Lanzarote, a las 00:00 horas del viernes 26 de julio, y llegamos al Maspalomas, Gran Canaria, a las 22:30 del domingo 28 de julio.
Un total aproximado de 300 km, repartidos en 80 km en Lanzarote, 140 km en Fuerteventura y 80 en Gran Canaria. Dejando claro que son distancias aproximadas pues solo hicimos uso de GPS para navegar en la noche de Fuerteventura y en los tramos que no conocía durante el día en la misma isla. Distancia que poco me importan personalmente, más allá de un dato para calcular el tiempo previsto de duración de la travesía. De esos 300 km, realizaría alrededor de 120 con minimalistas.
Inicialmente, pretendíamos emplear una jornada en cada isla, pero el horario del barco desde Fuerteventura a Gran Canaria, no permitía que esa posibilidad se ajustara a nuestra disponibilidad (tanto la mía como la de las personas que me ayudarían durante la carrera), motivo por el cual la primera jornada empezaría en la isla conejera y terminaría en aquel punto de la isla majorera al que pudiera llegar.
· Primera jornada: Órzola – Puerto del Rosario, unos 110 km desde las 00:00 hasta las 18:00, con la peculiaridad de que desde las siete de la mañana del viernes hasta el final de jornada no pude contar con asistencia, debiendo cargar material necesario en mochila e ir comprando bebida por el camino y algo de comida además de los geles que llevaba). Tras finalizar, me reuní con Susana y su furgo, y nos trasladamos a casa de Marisa (muy cerca del lugar en el que había acabado la jornada, Playa Blanca, junto al parador de turismo al sur de Puerto del Rosario), en donde pude asearme, organizar el material descansar dos horas y cenar.
· Segunda jornada: Puerto del Rosario – Morrojable, otros 110 km desde las 00:00 horas hasta las 18:30 horas del sábado. A media noche ya estaba sobre la última huella impresa por mis zapatillas hacía unas horas, con el frontal encendido y el GPS en marcha para comenzar la jornada. El cansancio, la noche y el poco conocimiento de la ruta hicieron que me perdiera varias veces durante la noche, tomando la decisión de descansar media hora a las seis de la mañana. Una vez en Morrojable y habiendo decidido no tomar el barco, volvimos a casa de Marisa con el tiempo justo para asearme, reorganizar el material, comer algo e ir hacia el aeropuerto con destino a Gran Canaria.
· Tercera jornada: San Felipe – Maspalomas, aproximadamente 80 km desde las 09:30 horas hasta las 22:30 horas del domingo.
Así quedaría la ruta desde el punto de vista técnico. Desde el personal no hay mucho que decir que no haya escrito ya en este mismo medio con motivo de cualquier otro reto-desafío-sueño-aventura. Insistiré tan solo la frase “más sabe el diablo por viejo que por diablo”. La razón para mí es clara, haber sido capaz (no lo supe hasta que estaba muy cerca ya del faro de Maspalomas) de cruzar las tres islas a pie en tres jornadas, no es fruto de ningún poder sobrenatural, ni de haber sido beneficiado de algún gen específico y facilitador, qué va, es fruto del trabajo y la constancia, de la experiencia y del conocimiento. Y cualquiera de esas cosas se consigue con el tiempo y las ganas, tiempo de entrenamiento, tiempo de estudio y de preparación del plan (desafío, reto, etc.). Haber llegado corriendo al sur de Gran Canaria desde el norte de Lanzarote, podríamos decir que no tuvo su salida en Órzola, sino años atrás, cuando comenzó mi atracción por la naturaleza, sus bondades y encantos y cuando mi meta, en lo que a correr se refiere, era lograr correr con Natalia la avenida marítima desde la estación de guaguas hasta el club náutico y volver….6 km. Tan solo seis kilómetros. Pero digo “tan solo” ahora, con la perspectiva que da el tiempo. Pues no he sentido diferente haber logrado recorrer esos 6 km de un tirón, que haber recorrido mi primera media maratón, o mi primera maratón, o mi primer raid, o mi primera ultra o cualquiera de los otros sueños por los que tras haberlos tenido, desperté y actué para conseguirlos.
No puedo negar haber llegado a un nivel de cansancio increíble durante la carrera, tan cansado que mi concentración se veía mermada y mi umbral de dolor disminuido, sufriendo a cada zancada, temiendo parar por la desagradable sensación de ponerme en marcha de nuevo, corriendo con la sensación de estar infringiéndome daño. Curiosamente todo ello cesaba con el descanso y, a veces, casi de inmediato, con una frase, un pensamiento o una sensación agradable. Por lo que tampoco puedo negar haber disfrutado como un niño.
Probablemente eso sea lo que busco. Algunos lo llaman locura, y entonces me acuerdo de una definición del término que reza algo así como que es hacer siempre lo mismo esperando resultados diferentes. Curiosamente, creo que hago lo contrario, o sea, hago cosas diferentes esperando siempre el mismo resultado (encontrar esa sensación de la primera vez). Será también locura.
Gracias (por esta razón y por algunas otras) a mis ángeles de la guarda durante la travesía: Natalia, Susana, Sergio, Yohana y Marisa. Gracias a tormenta por ser verde. Gracias a las personas que me esperaron para darme ánimos: José y Tere. Gracias a Fer por hacer posible que las vibraciones de cada pisada en carrera fueran motivo de las vibraciones de otros. Gracias a todos aquellos que se emocionaron conmigo. Gracias a todos aquellos que se atrevieron a transmitir sus ánimos en forma de comentario a través del Facebook Trail Running Experience o a través del teléfono y gracias a mi familia, por su respeto.
¿Loco yo? (locos muchos), pues vale.
Ultreia Finisterrae et Suseia Estellae.